Familias Canguro...

¿Y cuándo te lo quiten?... es una de las frases más oída por todas aquellas familias que se hayan embarcado en la maravillosa experiencia de acoger a un niñ@ en su hogar.















martes, 29 de septiembre de 2009

Eso no es para mi...


Hace unos días, la mayor de mis niñas nos sorprendió en mitad de la comida con una pequeña "crisis" de identidad. Quería ver una serie de tv bastante famosa que muchas de sus amigas ven y a ella no le dejamos. Entendía nuestros motivos para negarnos y sabía que si nosotros estabamos presentes podía tener una oportunidad de conocer algo más que el estribillo de la canción con la que la tv bombardea a todas horas...Argumentó que no se enteraba de lo que hablaban en el recreo, que no sabía quién era quién, y que "casi" tenía 12 y eso era como tener "casi" 13...En fin mi pobre niña utilizó todos sus recursos para conseguir su objetivo.
Sin embargo, la tensa situación se rompió cuando recordó que una compañera de su clase al comentar que no la veía, ni corta ni perezosa, le contestó: Ay ....es que esa serie no es para tí... Claro, ahí rompimos todos en risas (o casi todos, a Berto le costó un poco más dejarse llevar por lo absurdo del comentario).
Lo cierto es que esa serie, tampoco es para mí. Por eso retraso el momento de sentarme con mis hijas ante ella, aunque sea para comentar las barbaridades que en ella se dan por naturales. No comparto esa idea tan manoseada de adolescentes igual a descerebrados por naturaleza, ni que la adolescencia se alargue hasta los 20 años, ni ese concepto de que por ser joven se ha de ser promiscuo hasta la saciedad, y por supuesto, no comparto eso de que "como todos lo ven"...
Así que, aunque sé que la amiga de mi hija no va a leer esto, sólo me queda decirle: Cariño, esa serie, tampoco es para mí...

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Extraña sensación...

Desde que María y yo decimos ser padres de acogida, la incertidumbre que más nos asustaba es la misma que a la mayoría de las personas con las que hablamos del tema, y no es otra que la "temida despedida". En este tema cada persona es un mundo y cada cual la afronta como puede o como sabe, así que hasta el final del relato hablaré en primera persona.
Después de despejar todas mis dudas, gracias a las entrevistas con el personal de Cruz Roja, el curso, las charlas y el compartir experiencias con otras familias acogedoras, yo puedo asegurar que a día de hoy no le temo a la despedida. Evidentemente tengo mis recursos para afrontarla y a pesar de en alguna ocasión haber tenido que oir "que si no me daba pena despedirme de un bebé, es que no tenía corazón", o que "mi forma de afrontarla es difícil de llevar, pero es la correcta", tanto me da, que me da lo mismo, el caso es que no la temo. Pero el otro día recibimos una llamada de Cruz Roja, una llamada que era una buena noticia. Una nueva familia comenzaba la maravillosa experiencia de ser acogedores de un bebé. Un ser inocente que por algún motivo que no viene al caso, no tiene familia biológica que le aporte lo más necesario en este mundo, que no es la comida, bebida, vestidos u hogar, sino "El Amor".
Como por desgracia los niños que quedan desamparados son muchos más de los que la gente imagina, a veces Cruz Roja se ve desbordada, así que nos avisaron para que le facilitáramos el cambiador, el carricoche y el serón. En estos enseres pasearon, se bañaron y durmieron nuestros dos pequeños, y aunque sé que dentro de poco tiempo volveremos a oir el llanto de un bebé en nuestra casa, a pasar noches en vela, a bañarlo, a llevarlo de paseo, en fin a AMARLO, me sorprendió una extraña sensación.
El único consuelo o mejor dicho mi gran consuelo fue que María tuvo la misma y extraña sensación de vacio.
Esto me ha hecho pensar en como a veces aquello que nos parece menos importante, nos mantiene de forma inconsciente atados a lo que en realidad importa.


viernes, 11 de septiembre de 2009

Ser o no ser...

Hoy comenzó el colegio para miles de escolares en toda Asturias. Mi niña grande, empieza secundaria, así que aún le quedan unos días para remolonear en la cama mientras su hermana se va a clase como si emprendiera su "gran año".
Y es que para nuestra peque cada año de colegio es uno menos para su objetivo: ser "melica". Bueno "melica" era lo que quería ser de mayor cuando, evidentemente, aún era muy pequeña. Con el tiempo fue dando forma a su objetivo para establecerse desde hace un par de años en forense. Sí ya me imagino lo que estaréis pensando, pero no...Nuestra peque no ha visto nunca CSI, ni House ni ninguna peli de la que sacar su vocación. Ella quiere ser médica, quiere ver "los cuerpos" por dentro, trabajar tranquilamente (escuchando música a poder ser) y por supuesto que no se le muera nadie por una equivocación suya. Como padres a Berto y a mí sólo nos quedaba una cosa: orientarla. Y ahí comenzó todo. Durante más de dos años nos hemos tenido que enfrentar a muchas miradas de asombro, hemos tenido que explicar todo esto varias veces y por supuesto a alguna que otra sospecha sobre nuestra capacidad educativa. Pero claro, con el tiempo la gente se cansa, la gente, porque nuestra peque no. A ella no hay quien la separe de su objetivo. No sé si con el tiempo lo conseguirá o no (desde luego ella pone todo su esfuerzo en ello) pero sí sé que tener las ideas tan claras desde tan pronto es un punto a su favor.
En mi familia la dedicación a los estudios es algo que por desgracia no nos viene de serie y es que sin medios personales ni materiales, el hábito del estudio es muy difícil de conseguir y de mantener. Sin embargo, esas circunstancias me han servido para estar alerta a los errores, para aprender cada día un poco más, para esforzarme otro poco más aún y para animarla en su sueño o recordarle que la felicidad espera en cualquier esquina aunque no consigas un brillante expediente académico.
Mientras, mi peque seguirá enfrentandose con una sonrisa a sus libros de 5º de Primaria como si de ellos dependiera su nota de la Selectividad.



sábado, 5 de septiembre de 2009

Estupefacto



A mi es que me persiguen las frases.

En una ocasión a María le dijo una señora, en referencia a la experiencia en la que nos hemos embarcado, lo siguiente: "tú desde luego montas un circo y te crecen los enanos". Todavía a día de hoy no entiendo lo que quiso decir esa mujer. Desde luego María y yo no montamos ningún circo y si hay alguno montado, es el mundo en el que vivimos, y los bebés son bebés y no enanos, así que es lógico que crezcan.

Cuando uno práctica algún deporte de contacto, y le entra un golpe que no sabe ni por donde viene, se puede decir que ha quedado estupefacto. Pués bien, yo practico kickboxing y puedo asegurar que nunca he recibido un golpe que me haya dejado tan estupefacto, como esta frase.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Agradecimientos

Es increíble como los acontecimientos se precipitan a veces a una velocidad endiablada. En los últimos 17 días (desde que abrimos el blog) hemos visto como vuestras visitas se multiplicaban día a día y lo que es más importante aún, vuestros elogios y ánimos nos han llegado a través de distintos medios con una fuerza y calidez que nos han dejado boquiabiertos. Lo malo de todo este asunto es que resulta muy fácil dejarse envolver por vuestras palabras...

"¿Quieres que de ese néctar delicioso no te amargue la hez?
Pues aspírale, acércale a tus labios y déjale después."

Gracias a todos por responder a nuestra llamada, por "engancharos" a nuestro espacio, por hacernos un hueco en vuestro día a día. Gracias a todos porque aunque no tengáis pequeños en vuestras casas nos habéis acogido a nosotros y nos dais la fortaleza suficiente para mirar desde la distancia las malas contestaciones, la desconfianza y los prejuicios de los que no nos quieren tan bien como vosotros.

martes, 1 de septiembre de 2009

Tutores


La otra noche estábamos María y yo hablando en nuestro rincón a la luz de las velas. Lo haciamos sobre la consciencia e inconsciencia de nuestros actos.
En un momento dado nos quedamos contemplando las Orquideas que yo le regalé por nuestro aniversario. Admirábamos su belleza, su aparente fragilidad, el contraste de sus suaves colores, e incluso la belleza de la sombra que la luz de las velas proyectaba sobre la pared y el techo.
Rompiendo el momento María dijo: "ahora imagínatela sin los tutores".
Es fácil imaginarlas a rás de suelo, llenas de polvo, sucias y pisoteadas.
Los tutores puede que solo sean palos inconscientes, pero eso no significa que no sean necesarios.
Al igual que una orquidea, un niño necesita de un tutor. Mejor o peor, pero tutor al fin y al cabo.