Familias Canguro...

¿Y cuándo te lo quiten?... es una de las frases más oída por todas aquellas familias que se hayan embarcado en la maravillosa experiencia de acoger a un niñ@ en su hogar.















sábado, 30 de enero de 2010

Amor incondicional...

Tanto se ha escrito y se escribirá sobre el Amor: poetas, filósofos, escritores...que me da miedo hacerlo a mi. Pero así soy yo, un puro Aries, nacido en martes y en el año de la cabra, osea que cualquier miedo es mi enemigo y mi única opción es luchar para vencer.
Escépticos los hay, que no creen ni en ellos mismos, como para encima creer en el Amor. Amor que en la mayoría de las veces es egoísta, pero no por ello deja de ser Amor.
Si además de hablar de Amor, lo hacemos del incondicional, entonces la cosa se complica, porque incondicional implica no esperar nada a cambio, y aquí es donde los escépticos encuentran su piedra angular para afirmar que el Amor no existe.
Amo a mi mujer, sobra decirlo, pero siempre espero que ella esté ahí cuando vuelvo del trabajo, ahí, escuchándome cuando tengo necesidad de hablar, o de callar. Espero envejecer juntos y ser un par de ancianos cogidos de nuestras arrugadas manos, pero con un brillo especial al mirarnos. Aún así, aunque toda nuestra vida fuese un paseo por un jardín de flores, nunca será un Amor incondicional, pues siempre esperaré que ella esté ahí a mi lado.
Amo a mis dos hijas, también sobra decirlo, pero espero verlas crecer y hacerse dos mujeres independientes y autosuficientes, espero hacer las cosas lo mejor posible, para que ese título que nos ponen nuestros hijos cuando son pequeños, sigan poniéndomelo cuando sean mayores, "el mejor padre del mundo". Por lo tanto tampoco es un Amor incondicional.
Amo a mi perro, esto no sobra decirlo, pero también espero que salga siempre feliz a recibirme y que yo sea para él su mejor amigo. Parece difícil no esperar nada a cambio. Pero lo difícil no significa que sea imposible.
Acoger a un bebé en tu familia es difícil sí, pero Amarlo es muy fácil. Cuando le doy de comer, cuando le hago sonreír, cuando la baño (y ella a nosotros con sus chapoteos), cuando le hago caricias, masajes, le doy besos (deben de ir miles de ellos, en este tiempo), cuando hablo con ella en su mismo idioma, y ella me responde con risas y provocaciones, cuando hago todo eso, no espero nada a cambio. Sólo lo hago para hacerla feliz.
Cuando hago todo eso, no espero nada a cambio y sin embargo recibo todo eso y mucho más...

miércoles, 6 de enero de 2010

Regalos para el Alma...


Dicen que las primeras sonrisas de los bebés, no son una respuesta consciente a ninguno de los estímulos que les aportamos aquellos que los cuidamos. Bien sean sus padres, familiares o como en nuestro caso, una familia de acogida. Muy a pesar nuestro, hay que decirlo, pues es una de las sensaciones más agradables, ver como un bebé te sonríe. Pero tampoco hay que preocuparse, pues el tiempo pasa muy rápidamente y en seguida nos sonríen de verdad.
Hace ya bastante tiempo (medido en días, porque en meses, serían muy pocos), tengo el recuerdo de una de esas sonrisas.
Era por la noche. Tanto el bebé, como nuestras hijas, estaban ya acostadas. Entré en nuestra habitación a buscar una cosa, la luz del pasillo a mis espaldas, iluminaba la estancia. Me quedé mirando al bebé, que estaba completamente dormida. La expresión de su cara, transmitía una paz, que me inundó. Allí, inmóvil ante ella, admirándola, no puede por menos que sonreír. Como si ella estuviera despierta y además sus sonrisas fueran una respuesta a las mías, ella también sonrió en sueños. Yo despierto, ella dormida, los dos sonriendo. Espero no olvidar nunca esa inconsciente sonrisa.
A día de hoy, sus sonrisas son total y completamente conscientes. Nada más levantarte por la mañana y asomarte a la cuna, allí está ella, recibiéndote con unos gu-gús y unas sonrisas, que son alegría para el Alma.
Si aquella sonrisa, me dejó marca, ahora voy a relatar otra anécdota que también lo hizo: hace unos días, también por la noche, me encontraba cambiando a la niña, después de su ultimo biberón del día. Antes de ponerle el pijama, le estaba haciendo caricias y jugando con ella. A lo que ella respondía con sus enormes sonrisas y gorgoritos. El caso es que me puse a hacerle un masaje. Extendí mis dos manos en su cuerpo (desde la punta del dedo corazón, hasta el final de la mano, abarco todo su pecho y barriga), bajé desde los hombros hasta las piernas y de repente la niña emitió un sonido, que me sorprendió completamente por lo inesperado. Miré a mi hija pequeña que me acompañaba en ese momento y pude ver en ella, la misma cara de sorpresa que yo tenía. Repetí el movimiento otra vez, y el mismo sonido volvió a salir de la boca del bebé. Mi hija y yo no dábamos crédito. El bebé, nos acababa de regalar sus dos primeras carcajadas y por cierto vaya carcajadas.
Con los bebés de acogida que han pasado por nuestra casa, suelo por regla general no pensar en el futuro (ahí va una pequeña pista, de como enfrentarse a esta situación), pero en este caso hice una excepción y pensé: "ya verás que carcajadas te voy a sacar, dentro de muy poco".
Por cierto hoy día de Reyes, después de unos cuantos días de aquellas carcajadas, me las ha vuelto a regalar...